Cuando empecé esta actividad hace dos años lo hice con el objetivo de enseñar a los alumnos de primero de la eso la importancia del descubrimiento de la agricultura en la revolución neolítica, pasar de nómada a sedentario es el cambio más brusco que ha vívido la humanidad, y para explicar ese cambió se me ocurrió que la mejor manera era practicando la agricultura durante todo el curso.
Pero ya en faena descubro que los alumnos van a aprender mucho más que eso y que las características del clima, la calidad de la tierra, la fotosíntesis, las variedades de hortalizas, sus nombres en latín, alimentación.... aprenden mucho más que eso, perdón, aprendemos.
Esta actividad más que ninguna otra ofrece al alumno la posibilidad de ver y entender la vida. Cultivando ajos y habas se pueden extraer enseñanzas y actitudes para cualquier aspecto de nuestro día a día.
Para la agricultura necesitas constancia, porque el fruto llega pero la planta necesita todo tipo de atenciones y cuidados, y requiere sobre todo trabajo, no se puede dejar abandonado, si eres constante y paciente al final cosechas.
En el huerto el error es el mejor camino para llegar al aprendizaje y al éxito. La lechuga no crece porque no tiene agua, cuando tiene agua sigue sin crecer y ahora es porque no tiene luz, pero cuando tiene luz sigue sin ponerse frondosa y resulta que la tierra es mala..... Mil detalles de los que cuesta estar pendiente y que siempre se te escapan pero que una vez que reparas tienes el éxito asegurado.
Un pequeño brote ya te hace celebrar todo tu esfuerzo. Ver un pequeño brote verde te renueva las ganas de seguir trabajando en el huerto y plantar más y mejor, este puede tardar semanas, pero cuando lo ves la alegría solo la comprende el que lo ha estado trabajando.
Un huerto es un excelente lugar para jugar, admite todo tipo de experimentación e innovación: mezclar cultivos, la forma de labrar la tierra, el cultivo hidropónico, el semillero... todo ello hace que cada vez puedas hacerlo de una manera distinta.
Siempre hay cosas que aprender, es un campo infinito que admite infinitos caminos. Siempre hay alguien que sabe más que tu, inabarcables técnicas y secretos para conseguir una buena cosecha.
Incluso en las peores condiciones la semilla puede llegar a brotar. Incluso cuando la tierra es de mala calidad o hay poca luz, hay cultivos fuertes: el haba o el ajo se abren paso sea donde sea...
La planta siempre se puede recuperar: la lechuga mustia que no se riega en una semana expira, se nos marcha, pero un poco de agua y a los dos días otra vez está verde.
El huerto hace al grupo. Es un trabajo en equipo, si uno se sale de la cadena y no cumple su tarea el trabajo de todos se resiente, pero si un miembro es buen compañero, activo y entusiasta esto repercute a todo el equipo y por ende al huerto.
Espero y deseo que la experiencia que este año he iniciado en el Instituto Severo Ochoa de Granada ayude a los alumnos y al instituto a hacer mas comunidad y más educación. En el huerto, cultivando ajos, se aprender el secreto de éxito.
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